Una interpretación a Althusser
Rafael S C F
Cuando hablamos de la enseñanza en el nivel medio superior, hablamos de enfrentarnos a un universo en expansión originado por los distintos tipos de personalidades en formación de las y los adolescentes; adolescentes que están en la etapa de transición de niños a adultos y que generalmente tienen referentes sociales, culturales, geográficos, económicos e inclusive étnicos diversos.
Son estos alumnos destino final de campañas mercadotécnicas, políticas, religiosas y/o de secularización de todo tipo, de malversaciones pseudocientíficas, de homogenización del conocimiento científico, de imposición lineal de tales conocimientos e incluso de dogmatización de los mismos, en las que deben tomar partido, ya sea por propia decisión en los más maduros o por presión social en los inmaduros[1].
Tomando como referente la lectura de Althusser[2] sobre los Aparatos Ideológicos del Estado (AIE), comenzaremos planteando que es en este grupo social en particular en el cual los efectos de su influencia se ven particularmente evidenciados, no menos que en otros, pero sí donde, como se menciona arriba, se manifiestan las elecciones ideológicas que eventualmente marcaran la vida de cada persona.
En el mencionado documento, Althusser hace recuento y tipificación de los aparatos ideológicos del Estado (AIE), a través de los cuales intenta explicar la reproducción de la producción en los sistemas sociales capitalistas, y evidencia la diferencia fundamental entre los AIE y el aparato (represivo) de Estado: el aparato represivo de Estado “funciona mediante la violencia”, en tanto que los AIE funcionan mediante la ideología:
No existen aparatos puramente represivos; ni tampoco existe aparato puramente ideológico: el ejército y la policía utilizan también la ideología, tanto para asegurar su propia cohesión y reproducción, como por los “valores” que ambos proponen hacia fuera, así como también, la escuela y las iglesias “adiestran” con métodos apropiados (sanciones, exclusiones, selección, etc.) no sólo a sus oficiantes sino a su grey[3]
Cabe aclarar, sin embargo, que, aunque escuela, y por tanto AIE, consideremos para el presente comentario escrito la intención de observar tales influencias como viéndolas desde fuera, con el propósito de plantear alternativas; o desde adentro, porque de esta manera tenemos potencial de acción.
Siendo que la ideología de la clase dominante permea entre los AIE, “ninguna clase puede tener en sus manos el poder de Estado en forma duradera sin ejercer al mismo tiempo su hegemonía sobre y en los aparatos ideológicos de Estado.”
El aparato ideológico escolar, es considerado por el autor como el encumbrado en la actualidad por las sociedades capitalistas, sustituyendo a lo que la Iglesia fue durante la Edad Media y la Reforma. Agrega , incluso, “la pareja Escuela-Familia ha reemplazado a la pareja Iglesia-Familia”. Y abunda: “ningún aparato ideológico de Estado dispone durante tantos años de la audiencia obligatoria (y, por si fuera poco, gratuita...), 5 a 6 días sobre 7 a razón de 8 horas diarias, de formación social capitalista”. O socialista, o fascista, o la correspondiente al modelo económico-social-cultural imperante, podríamos agregar.
Y de los maestros y su función en los AIE, señala:
Pido perdón por esto a los maestros que, en condiciones espantosas, intentan volver contra la ideología, contra el sistema y contra las prácticas de que son prisioneros, las pocas armas que puedan hallar en la historia y el saber que ellos “enseñan”. Son una especie de héroes. Pero no abundan, y muchos (la mayoría) no tienen siquiera la más remota sospecha del “trabajo” que el sistema (que los rebasa y aplasta) les obliga a realizar y, peor aún, ponen todo su empeño e ingenio para cumplir con la última directiva (¡los famosos métodos nuevos!). Están tan lejos de imaginárselo que contribuyen con su devoción a mantener y alimentar, esta representación ideológica de la escuela, que la hace tan “natural” e indispensable, y hasta bienhechora, a los ojos de nuestros contemporáneos como la iglesia era “natural”, indispensable y generosa para nuestros antepasados hace algunos siglos[4].
Triste realidad la que descubrirnos como perpetradores del mismo crimen que señalamos, pero no menos importante situación espacial, temporal, académica y conciente que la de vernos en esa realidad para poder modificarla, o al menos, intentar modificarla.
Veamos, entonces, algunas de esas influencias de los AIE que obstaculizan la enseñanza de las Ciencias Naturales, particularmente aquellas fomentadas, conciente e inconcientemente[5]:
a) La creencia, el prejuicio y el sentimiento visceral como directrices en la toma de decisiones y planteamiento de juicios que deben corresponder a la razón y al método.
b) La creencia, a la vez, de que la ciencia, y la tecnología derivada de esta, solamente pueden ser originadas en los países del llamado primer mundo
c) La creencia de que la ciencia solamente se origina y se aplica si existen cables, circuitos, campos electromagnéticos, tubos, probetas y matraces burbujeantes, y que sólo puede ser aplicada dentro un determinado sistema social-económico-cultural (en nuestro entorno inmediato, léase el neoliberal globalizante), sin participación, aprendizaje ni beneficio durante todo el proceso del sujeto social común y corriente (léase el escolar, el estudiante)
d) La creencia, abundando, de que los científicos somos personas vestidas con batas blancas, con gafas de gran aumento, de apariencia demente, de costumbres extrañas y raras (freakies o nerds, en el slang inglés americano); si varones, calvos; si mujeres, feas (!!); en general, considerados como fracasados o inadaptados sociales, e inventores de especies y artilugios sin aplicación práctica, de ingenios de destrucción masiva o panaceas fantásticas.
e) La creencia (remanente del paradigma mecanicista) de que la ciencia todo lo soluciona: la crisis mundial de alimentos, las epidemias, el calentamiento global, la polaridad de la riqueza, el deterioro ambiental, el envejecimiento, etc.
f) La creencia de que la ciencia es apolítica, no rentable, no necesariamente remunerable, no delimitada por la Ética y la moral (diabólica, diríase) o siempre en contrapunto con los aspectos religiosos (confundidos muchas veces con los valores humanos)
g) La creencia de que los avances científicos y tecnológicos benefician en la realidad a toda la humanidad, y no a determinados sectores de población de determinados países (léase potentados) quienes financian las investigaciones para su propio y comercial beneficio.
h) La persistencia de las creencias religiosas, pseudorreligiosas o mágicas y su obcecación en ellas, para explicar fenómenos naturales y enfermedades o procesos biológicos y evolutivos (específicamente, los orígenes de la vida y del ser humano)
i) La proliferación de las llamadas agrupaciones o asociaciones religiosas, pseudorreligiosas o, incluso, mágicas y metafísicas (coloquialmente hablando), producto de las crisis espirituales de la actualidad, que fragmentan aun más el mosaico de puntos de vista presentes en un aula respecto de las Ciencias Naturales.
Además, no debemos olvidar algo importante: existen docentes de niveles previos al medio superior, pero no exclusivamente, que, ya por ignorancia de las asignaturas, ya por apatía al impartirlas, transmiten a los adolescentes la misma apatía y la misma ignorancia por la ciencia, su descontextualización y su alejamiento de la realidad cotidiana.
Un filósofo y educador hindú contemporáneo, Sathya Sai Baba, señala que la educación es la modificación del carácter. Cabría complementar esta aseveración como la educación es la modificación de la creencia. Modificando la creencia por la ciencia, es un modo de lograr la educación.
No debemos perder de vista, pues, que de esos denominados AIE formamos parte, por cuanto seres sociales somos, y que de nuestra conciente respuesta depende la modificación de estos conceptos erróneos desde la perspectiva científica.
En una realidad actual en la que la tecnología ha pasado de ser una necesidad para el manejo de los recursos naturales a una alternativa lúdica y de entretenimiento[6], la revaloración de los procesos[7] que conllevan al origen de nuestros satisfactores tecnológicos es primordial para la formación integral de quienes asisten a una escuela, sea del nivel que sea.
En un mundo en el cual las monedas de cambio son la estafa, el dinero fácil, la mentira, la discriminación, la irresponsabilidad (social y personal) y el soborno, la enseñanza de los valores éticos elementales (honestidad, verdad, responsabilidad, tolerancia, integridad, entre otros), debe ser ejemplificada por nuestras actitudes en el aula, y en general, en el entorno social inmediato, con la intención de revertir el efecto de aquellos vicios.
Sólo a través de la enseñanza apropiada y del apropiado aprendizaje de las Ciencias Naturales en su conjunto en todos los niveles académicos, contextualizando el conocimiento integrado, y su adecuada interacción multidisciplinaria con las Ciencias Sociales y las Humanidades, mediados por la evaluación durante todo el proceso, se pueden articular y comprender a plenitud los mundos del aprendizaje escolar y de la realidad cotidiana, aliviando, al menos en parte, la influencia que de los AIE reciben los educandos.
Y aun con ello, no demos por terminado este debate, pues, en la época más actual, la televisión comercial (o su componente menos crítica, que es lo más) y la Internet , han venido a sustituir a todos aquellos componentes de la antigua triada de los AIE, replicadores de los modos y hábitos sociales (Escuela-Familia-Iglesia).
Elucubrando, nomás, esta triada tal vez se redefina, al menos para las actuales sociedades occidentalizadas, como Consumismo- Televisión comercial- Internet, pues de su interacción se han ido creando algunos espacios y descubriendo otros: las tecnologías de la información y comunicación, las tribus urbanas, los analfabetas funcionales, los grupos marginados, la otredad, etc.; espacios en los cuales se deben renovar y reivindicar la educación en lo general y la enseñanza de las ciencias en lo particular
Claro que eso, aunque consecuente y vinculada con la desarrollada en este escrito, como ya lo reza el dicho, es otra historia.
Continuemos escribiéndola en plena conciencia y mediante la crítica plena.
Tuxtla Gutiérrez, Chiapas, México.
Octubre de 2008- Febrero de 2009
BIBLIOGRAFÍA:
Althusser, Louis.1969. “Ideología y aparatos ideológicos de Estado, Freud y Lacan”. En www.philosophia.cl /. Escuela de Filosofía Universidad ARCIS (septiembre de 2008)
Careaga, Gabriel.1987.”Biografía de un joven de la clase media”.3ª edición. Océano. México, D.F. 180 pp.
Jose Farmer, Phillip.1967.”Los jinetes del salario púrpura”. En: Visiones Peligrosas. Antología de Ciencia Ficción. Harlan Ellison (Compilador). Prólogo de Isaac Asimov. Martínez Roca. Barcelona. pp. 62-135
Del autor del presente ensayo:
Licenciado en Biología por la Escuela de Biología de la Universidad de Ciencias y Artes de Chiapas (UNICACH), Chiapas, México.
Instructor de Laboratorio de Ciencias en el plantel #20, “20 de Noviembre”, en el subsistema Colegio de Bachilleres (COBACH) desde 1998, y docente de Ciencias Naturales durante el periodo agosto 2000 a julio de 2001.
Desde 2003, docente de Ciencias Naturales en planteles privados pertenecientes a diversos subsistemas: planteles incorporados al COBACH, Centro de Bachillerato Tecnológico Industrial y de Servicios (CBTIS); Bachillerato Único con Áreas de Formación (BUCAF); Preparatoria Abierta y capacitación para adultos rumbo al examen CENEVAL de acreditación del bachillerato.
Actualmente (octubre de 2010), adscrito al Departamento de Laboratorios de la Subdirección de Servicios Educativos, coordinador del Proyecto Laboratorio Virtual; egresado de la Maestría en la Enseñanza de las Ciencias Naturales (MECN) (agosto 2008- julio 2010), por la Facultad de Ciencias Biológicas de la UNICACH.
[1] Tal y como lo plantea en el estudio de caso referido en su libro Biografía de un joven de la clase media (3ª ed. Océano.1987)
[2] Louis Althusser, filósofo francés, reconocido como el más influyente teórico marxista durante la década de 1970. Se le reconoce por su crítica a las ideas marxistas a través de sus trabajos. La revolución teórica de Marx y Para leer El Capital (1965). Las citas, a menos que se indique lo contrario, se refieren a su artículo Ideología y aparatos ideológicos de Estado, Freud y Lacan (1969).39 pp.
[3] Op. cit. pág.12. Al respecto, no deja de preocupar el esmero con el cual las autoridades (directores, docentes, prefectos, orientadores), procuran retirar del plantel a aquellos alumnos que no cumplen con las “normas y reglamentos” (portar el uniforme, cabello recortado en los hombres, no portar piercings, ingresar antes de cierta hora, entre otros) y se olvidan del esfuerzo de los tutores implícito en la asistencia de los alumnos; se olvidan de la obligación moral como formadores y de la obligación legal al negarle a una persona la oportunidad de aprender y de aprenderse. Se olvidan de la tolerancia y de lo que consideraríamos el fin último de la educación: formar personas con valores, no uniformarlas con modas y apariencias.
[4] Ídem. pp. 20
[5] Nota aclaratoria del autor: este listado, que puede ser parcial y no exhaustivo, es producto de la empiria en el transcurso de diez años frente a grupos del nivel escolar medio superior de diversos subsistemas públicos y particulares (CBTIS, COBACH, BUCAF, preparación para Examen CENEVAL) y de al menos dos entornos sociales, culturales y económicos distintos: la ciudad de Tuxtla Gutiérrez y las comunidades suburbanas aledañas a la de Veinte de Noviembre, en los municipios de Acala, Chiapa de Corzo y Venustiano Carranza, en el estado de Chiapas, México.
[6] El teléfono celular ya no sirve para acortar la distancia entre interlocutores tanto como para escuchar música, jugar videojuegos o intercambiar mensajes coloquiales; al igual que la computadora que pierde su función únicamente laboral, y se convierte en vínculo y sustento de toda una comunidad virtual: la Internet. Confróntense las posibilidades y descripción de la Internet con el medio de comunicación de nombre fido, del autor de ficción Philip Jose Farmer, en su novela corta Jinetes del Salario Púrpura. Sin duda una visión peligrosa del futuro (en la década de 1960) que se acerca peligrosamente a la realidad actual.
[7] Entiéndase: la enseñanza de la Ciencia Básica y su relación con el entorno social-económico-cultural inmediato, el conocimiento sobre las materias primas y su extracción, sobre la industria de la transformación implicada, sobre los medios de producción y los actores que intervienen, sobre el diseño y la mercadotecnia de los productos, y sobre los impactos ambientales, sociales, culturales y económicos de todo el proceso.
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